domingo, 16 de marzo de 2008

The Mars Volta @ Paladium, Köln (Deutschland, 8/03/08)


Ya en el mismo tren camino a Köln (unos tres cuartos de hora desde Düsseldorf, donde yo vivo) se palpaba esa característica emoción previa a los grandes acontecimientos. Es decir, en el tren nos hicimos amigos de unos fumetas alemanes, que estaban tan excitados como nosotros. La noticia corre como la pólvora por toda Europa; todo el mundo sabe de antemano que The Mars Volta garantizan dos horas como mínimo de concierto sin respiro, improvisaciones locas y pasajes infumables. Se está estableciendo un ranking mundial sobre que ciudad es más guay en función de la duración del concierto de Mars Volta.


“- Barcelona es mejor que Madrid, allí The Mars Volta tocaron 3 horas, sin parar.
- "¿Ah sí? Pues en Budapest tocaron siete horas seguidas haciendo la vertical con una sola mano y Omar Rodríguez-López se arrancó una oreja y la usaba como púa.”
En fin.

Primera impresión: Köln (Colonia en castellano) es una ciudad con mucha vida y quiero ir a vivir allí. La catedral te pone los pelos de punta. Cosmopolitismo.

El Paladium es una sala de conciertos genial, una nave industrial perfectamente acondicionada que tiene capacidad para unas 4000 personas. Entradas agotadas. Primera sorpresa: la gente hace la cola sin intentar colarse, los seguratas son un derroche de amabilidad, las bebidas tienen un precio razonable y el guardarropa está tan bien organizado que no hay que hacer cola. Decoración minimalista/cool/industrial, público mayoritariamente indie, aunque hay de todo. Segunda sorpresa: la gente no se empuja en los conciertos, cada uno tiene el sitio que se merece y está muy mal visto intentar tirar hacia primera fila. Pero bueno, tenemos un sitio razonablemente cercano. Los alemanes son altos.

¿El concierto? Tres horas, así que supongo que Köln es cool. Yo flipé de veras (supongo que las compras en Holanda ayudaron a empatizar…). En todo caso, entran y sin decir palabra empiezan a repartir temazos (tanto antiguos como nuevos), improvisaciones alocadas, pasajes lisérgicos, ruido. Creo que nunca había visto algo así, cada músico individualmente es perfecto (ojo al batería!) y en conjunto se entienden muy bien. El sonido perfecto y los juegos de luces también muy bonitos, con una puesta en escena super-profesional, donde las figuras de Rodríguez-López y Bixler-Zabala ocupan un lugar central. Acaba, de bises enchufan Asilos Magdalena en plan acústico, las 4000 personas hacen tal silencio que parece que estemos en el Niu. Al acabar, ellos dicen que nunca ningún público había mostrado tal respeto y nos regalan otro tema totalmente ruidoso yalocadoloco, con Cedric pegando botes, revolcándose y subiéndose a las columnas de altavoces.

Un concierto así se debe comprender con el tiempo. Al salir no sabíamos si nos había gustado o no, estuvimos hablando horas acerca de ello. Como una peli de Lynch. El caso es que, te guste o no, ver a The Mars Volta es algo que se debe hacer, cambia tu percepción de las cosas. Es como volver a la raíz; la música como expresión, el músico como brujo, el trance espritual. Realmente te hacia sentir mucho más como si estuvieras escuchando a Laurent Garnier, o una de esas veladas de mariachis de las epocas del Zorro que no un grupo de rock evolucionado. Creo que es por donde irán los tiros en un futuro no muy lejano, después de uno años en que las canciones pegadizas y simplonas, la pose, el minimalismo y el hype han sido lo más. Me alegro de veras.



Miscelánea

Asilos Magdalena en el concierto de Köln. Entra vídeo.








1 comentario:

Anónimo dijo...

No puedes pensar. No puedes ver. No puedes oír. No puedes sentir. Tan sólo reinterpretas, se crea una influencia recíproca entre aquel foco y tú. La energía que desprenden desde allí arriba llega a tu cuerpo, se condensa y rebota, como una nube sónica, como una luz humeante, como una chispa ácida. Y ellos lo entienden. La cogen y juegan con ella, mezclándose ambos impulsos en un brote, en el inicio de una cadencia tan omnidireccional como infinita.