domingo, 28 de septiembre de 2008

La teoría del ser





Pensando a propósito de la nueva película de Woody Allen -que ya he tenido el relativo placer de ver-, he recordado un artículo que Quim Monzó escribió en La Vanguardia hace ya unos meses. Monzó hablaba del tema principal de la banda sonora, "Barcelona", firmado por el grupo Giulia y Los Tellarini.

Dejando de lado los comentarios potenciales sobre el nombre de la banda (no muy afortunado), las referencias a sus miembros (entre los cuales se encuentra nuestro querido Pablo Díaz-Reixa / El Guincho) y su conocida afición por hacer covers de todo lo que tenga más de dos acordes (aunque hay que decir que su "In Between Days" de The Cure es una pequeña joya), Monzó se dedica a explicar cómo Allen descubrió al grupo y su cancioncilla, la letra de la cual desgrana a lo largo del artículo. Vale, quizá sí es de tendenciosos, pero es que pocos lo hubieran hecho mejor.


"Desde que he escuchado Barcelona, canción central de Vicky Cristina Barcelona - la nueva película de Woody Allen-, me repito día y noche sus versos intrigantes. Sus autores son Giulia y Los Tellarini, un grupo que no pasará inadvertido. La letra de Barcelona revela un mundo propio y complejo. Analicémosla.

Empieza con dos versos que demuestran el rico caos interno en el que viven sus creadores: "¿Por qué tanto perderse,/tanto buscarse sin encontrarse?/Me encierran los muros/de todas partes". Uno diría que viven en el laberinto de Horta, si no fuese porque explicitan que los muros son "de todas partes". ¿Serán también los de la frontera de Melilla? ¿Serán los de Palestina? Como decía mi madre: chico, no te metas en líos. Por eso es mejor pintar los muros con tintes ambivalentes a la par que cosmopolitas.

La canción avanza: "Barcelona, te estás equivocando. / No puedes seguir inventando / que el mundo sea otra cosa / y volar como mariposa". Nótese como los dos primeros versos riman gracias al hábil truco guarderil de utilizar un mismo tiempo verbal. Ante la auténtica creatividad, las reglas saltan por los aires. Y lo de rimar cosa con mariposa sitúa a Giulia y sus amiguetes, ya de entrada, a nivel Joaquín Sabina (que no es moco de pavo). La estrofa, eso sí, es enigmática. ¿Significa que, al no poder Barcelona seguir inventando (que el mundo sea otra cosa), tiene que volar (como mariposa)? ¿O significa justo lo contrario: que no puede simultanear la tarea de inventar con la de volar?

Prosigamos. "Barcelona, hace un calor que me deja/fría por dentro/con este vicio de vivir mintiendo". (Bonito - ¡y nada sobado!-, el recurso de la paradoja frío-calor.) "Qué bonito sería tu mar/si supiera yo nadar". (He ahí un detalle crucial: como no sabe nadar no le gusta el mar. Del mismo modo, cabe suponer que, al no saber volar, tampoco le gustarán los pinos, los robles o los faroles.) Continúa: "Barcelona, mientras está llena de caras de gente extranjera,/conocida, desconocida,/y vuelta a ser transparente". (Ahí el enigma llega al cénit: ¿vuelta a ser transparente?, ¿transparente, qué?, ¿la ciudad?, ¿la gente extranjera?) Como todas las cosas de este mundo, la canción también tiene su final: "No insisto más, Barcelona./Si no es cosa de tus gritos, tu laberinto extrovertido,/no he encontrado la razón/porque me duele el corazón". (Gramática a un lado, hay que deducir que, si no le doliese el corazón, sí que habría encontrado la razón, aunque no sepamos de qué.) "Porque es tan fuerte/que sólo podré vivirte/en la distancia/y escribirte una canción./Te quiero, Barcelona". Nosotros también te queremos, Giulia con tus Tellarini.

Explica Woody Allen que, mientras rodaba, le dejaban en el hotel compactos con canciones, y que en el coche puso esta y le gustó. Caray, Woody, qué suerte, chico."



He aquí una prueba fehaciente del poder del logos. Gracias, Heráclito.