Que el festival In-Edit Beefeater se ha convertido en uno de los imprescindibles anuales es algo casi irrefutable. Este año, al equipo de Indiespot y una servidora nos ha dado por confundirnos entre los 21.000 asistentes y embarcarnos en la odisea documental para empaparnos de todo (en la medida de lo posible).
We took our pills / it changed the world. Dirigido por David Kleijwegt (The Eternal Children), este documental representa la mirada interna, la pincelada de introspección, la revelación sincera que algunos esperábamos ver en algún punto del festival. Alan Sparhawk y Mimi Parker –Low- son el epicentro de esta película paradójicamente costumbrista que se inicia tras la publicación de su último álbum, el maravilloso e hiriente "Drums and Guns" (Sub Pop, 2007). Drogas, amor, religión, evasión, música, matrimonio, demonios, existencialismo, paternidad, muerte, sangre; nada escapa a la visión de Kleigwejt, quien consigue coordinar lo complejo de sus creaciones con la experiencia vital de sus protagonistas. Nada en él es banal, nada es común. Y en ello radica la singularidad de la banda y la belleza -doliente- de todo que los circunda; una epifanía de emociones y sentimientos tan contradictorios como sinceros, una implosión que lleva el nombre de Sparhawk y una fragilidad que responde al de Parker y sus hijos. Todo esto ubicado en un escenario global: unos EE.UU. en crisis (y la fría Duluth, donde residen) y los escenarios, donde se manifiesta este torrente anímico. Más turbio que la niebla, más elocuente que el silencio. La caída (inexorable) al abismo que corresponde a lo más recóndito del ser humano.
Absolutamente imprescindible.
“A Skin, A Night”, es de este tipo de documentales o películas que cuando los ves por primera vez no sabes muy bien a qué conclusión llegar. Sabes que no te ha dejado indiferente, pero tampoco te ha cambiado la vida, por decirlo de alguna forma. Es de los que captan la atención pero no absorben, que tienen sabor pero fallan en sustancia, que atraen, pero no fascinan. El archiconocido Vincent Moon (alma de La Blogothèque) firma y filma en esta pequeña obra el singular proceso de grabación de su último álbum, Boxer (Beggars Banquet, 2007), que parece no ser más que la excusa para mostrar la cara más humana (y melancólica) de The National con una estética exquisita. Y a pesar de la dispersión, de “la falta de”, el efecto es épico, bonito. Casi lírico. Vincent Moon balancea la reflexión, la elocuencia de los personajes y los paisajes urbanos con delicadeza y fragilidad, y convierte el conglomerado en una enorme paradoja visual; una mezcla del éxito y circunstancias de la banda, la magnanimidad de su música y la infinita tristeza que todo lo rodea. Aquí la melancolía trasciende la pantalla; y, aunque la fórmula no siempre funciona, tampoco se puede decir que falla. ¿El resultado? Como una gota de tinta en un vaso de agua, que cantaban ellos: si no se remueve, no se mezcla. Y si se mezcla, pierde color.
3. A Technicolor Dream (Stephen Gammond, 2008)
90 minutos parecen ser los necesarios para la culminación de este interesante documental sobre la década de los sesenta. Ya se sabe: música, ideas y drogas que se balancean a través de imágenes, testimonios y una narración que rodean aquel happening (adjetivado así por John “Hoppy” Hopkins, uno de sus pensadores) del 29 de abril del 67, al que llamarían 14 Hour Technicolour Dream y resultó ser el principio del fin del movimiento underground tal y como se conocía entonces. No falta nada, pero tampoco sobra nada. Si obviamos la sinopsis con que presentaron la película (que no se ajusta del todo al contenido), podemos entender la misma como vehículo contextual de un concepto y una época de clara agitación social. Aquí se habla de todo: desde la lectura de poemas en el Albert Music Hall y la fundación de la London Free School hasta las manifestaciones del CND (el movimiento antinuclear que empezó en los cincuenta), el auge literario de la generación Beat y el principio de una era experimental que abarcaría (y cambiaría) lo que había sido entendido como cultura popular hasta entonces. Pink Floyd, Love, Move o Pretty Things (recuperados lícitamente por Gammond) musican este viaje a través del tiempo y el espacio; y Hoppy, Nick Mason (Pink Floyd), Roger Waters (Pink Floyd) o Joe Boyd (productor de varios grupos y co-fundador del club UFO) son sólo algunos de los muchos personajes que dan voz al movimiento, dando a percibir el idealismo, resignación, nostalgia y negación (mediante la voz de Waters) que ha permanecido a lo largo de esta travesía cultural. Un apunte interesante es, asimismo, la involución de la figura del malogrado Syd Barrett, quien ilustra, de forma más o menos metafórica, el transcurso del movimiento: la culminación inmediata y paulatina decadencia del underground.
Más acertado que su transcurso, un final incierto y contundente cierra el documental, que no es más que lo que se muestra, pero que tampoco por ello merece ser relegado al olvido.
Para ver el resto de revisiones (que no tienen desperdicio), haz click aquí (I) y aquí (II).
Resumen (por orden de preferencia)
1. Low: You May Need a Murderer
2. Gonzo: The Life and Work of Dr. Hunter S. Thompson
3. The National: A Skin, A Night
4. Joy Divison
5. A Technicolor Dream
6. Caledonia Dreamin' / Edwyn Collins: Home Again
7. Bananaz
8. Beautiful Dreamer: Brian Wilson and the Story of "Smile"
* La parte curiosa es que no he visto ninguna de las películas ganadoras.
1 comentario:
Jo només vaig poder anar al documental del Technicolor Dream, una mica soso la veritat...
Pel que fa a Manel&co vs Cydonia per mi no es poden comparar. Manel&co reinterpreten el surrealisme català amb un rollo més minimalista i positiu.
Cydonia és música més fosca i melancòlica, és tot un altre món. A mi Sanpedro m'encanta, i The New Raemon a estones també... però he d'admetre que em tira més la festa.
Per cert, quin insult això del Puntí :)
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